domingo, 15 de junio de 2014

Y todo para nada

La noche es un asco, pero que voy a contar que no se haya dicho antes. Dímelo a mi, que aún me acuesto con tu camiseta, bueno, que digo, creo que no llegó a ser tuya.
Y aquí sigue, la más cuidada de todas las que tengo, la que en cuanto aparece el calor es mi primera opción. Y oye, estoy cansada de volverme loca.
Yo de verdad que no entiendo esto, que así es como mejor tendría que estar, já.
De noche y cuando no puedo dormir me siento inútil y pienso mucho. Y no voy a decir que me arrepienta de cosas del pasado, que muy lejos está ya. Y no sé que hacer conmigo, que tu música es más mía que tuya, y que me siento una lunática con todo esto.
Que soy capaz de tirarme días enteros leyendo cuando me da por tu recuerdo. Y todo para nada. Porque hay días en los que está presente y no me soporto. Y sinceramente no sé nada de ti, ni tampoco me he esforzado en averiguarlo, la ignorancia me hace feliz... Aunque no voy a negar que una vez solo tenía ganas de ti, pero no ganas de esas de estamparte contra un baffle, sino de esas de abrazar y no salir de la cama. De hablar y que se haga de día y otra vez de noche. Y no oye, que eso no pasará nunca, al menos no con nosotros, ui, perdón, no contigo y conmigo, que somos dos y bien distanciados. Que no te voy a negar que fue culpa mía, que lo fue. Bueno, que te voy a contar, si todo es culpa mía; sentir lo que siento, hacer lo que hice, desaparecer como una desagradecida. Porque si fue eso lo que, en algún momento, te picó, te estuve agradecida. Pero no fue por eso por lo que me esfumé. Sino por lo de siempre oye, que parece mentira, que después de todo no te dieras cuenta de que no iba a poder pasar página de esa manera, bueno y tampoco parecías enterarte de que me comían los celos y no las bocas de otros.
Y qué más dará lo que le diga yo a un trozo de papel que, si me da la locura, publicaré, y que nunca obtendré respuesta.
Pero tranquilo, que no pienso volver, que solo esto es una de esas noches en las que no puedo dormir y a partir de las doce enloquezco. Bueno, si no te acordarás de ellas. De las tías sí, de mis noches digo.

miércoles, 11 de junio de 2014

Audrey

Una vez me escribieron una carta, la única carta que me han escrito sobre sentimientos.
Una carta con contraseña, y una contraseña que me pegaba demasiado.
Era perfecta, tenía todos sus puntos y sus comas, todas sus tildes en su sitio, todos los sentimientos sobre el papel. Todo era perfecto, excepto él.

Y lo peor de aquella carta era no sentir nada, era ver que le estaba haciendo el mismo daño que me habían hecho anteriormente a mí. Y que no podía evitar sentirme la peor persona del mundo por no poder sentir lo mismo.
Lo peor es que no puedo leerla más, que me entran arcadas con cada palabra. Mientras él escribía yo lo tenía de reserva, para un "bueno, si no hay nada mejor..."

A veces me miro en el espejo y no me reconozco. Me veo más fuerte y más hija de puta, aquí sobrevive el más fuerte. Me parezco egoísta pero me niego rotundamente a dejar que nadie vuelva a clavarme la estaca, y pasarme llorando, lo que a mí me parecían, siglos enteros.

Y algo bueno he sacado de todo esto, no querer a nadie me está salvando el culo de gilipolleces. No confiar en nadie me está haciendo quererme más, y estar sola me ayuda a no cometer esa estupidez nunca más.

Y así es como funcionan las cosas, nunca queremos estar con quien nos trata bien.
Y si es mi caso, no queremos estar con nadie, nunca más.



Seguidores